Cadáver para un libro cuenta con la colaboración del criminólogo y detective privado Rafael Merchán Jiménez.
Cadáver para un libro es el crimen hecho poesía. Estamos acostumbrados al género negro en la novela, a los crímenes más sangrientos dentro de las series de televisión… pero ¿y qué hay de la poesía? El criminal ha llegado y se esconde entre estos versos que atraviesan como una daga. Mírenle siempre a los ojos.
La poeta Davina Pazos, nacida en Ecuador y radicada en Madrid, ha vuelto a las andadas. En todos sus libros hay una voz personal y un tema rector, alrededor del cual se enrollan y desenvuelven los poemas. Si en Lo que más me duele es tu nombre (Premio “Ernestina de Champourcin”. Diputación Foral de Álava, 2007) la voz cantaba la letanía de una madre que perdió a su hijo, en Voces (Madrid, Vitruvio, 2014) decía un esposo el amor y el deseo por su mujer desde el más allá de la muerte.
Como se ve ya por esa mera e incompleta enunciación, Pazos no escoge el ángulo de visión más cómodo para ella, sino el que le permite definir mejor a su actor principal, ya que todos sus libros son monólogos de poseídos: por el dolor, por el amor, por el odio o por la nostalgia de la muerte, propia o ajena. En este caso, la voz es la de un asesino orgulloso de su oficio, pero no uno que mata por matar, o por vil encargo, sino como hacedor de belleza, moral y física.
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